Fuertemente promovido por Estados Unidos, el tratado involucra también a otros 11 países: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile.
El gobierno de Argentina ya está en tratativas. Ya que la ex-presidente Cristina Fernández de Kirchner y el actual, Mauricio Macri, manifestaron querer adherirse al Tratado.
Está organizado por las grandes corporaciones y plagado de cláusulas secretas, de las cuales sólo algunas han trascendido a través de Wikileaks. Su contenido representa un verdadero peligro para la soberanía de los pueblos:
- Amplía el tiempo de patentes de los laboratorios, impidiendo que el Estado fabrique sus propios medicamentos y prohibiendo la venta de genéricos. Asimismo prohíbe la investigación y desarrollo de nuevas tecnologías por parte de científicos estatales, de forma tal que sólo los laboratorios de las grandes empresas tendrán poder de decisión sobre costos de medicamentos, y por ende sobre la vida y la muerte de millones de personas.
- Da poder a las corporaciones del agro para patentar las semillas y eliminar así la soberanía alimentaria de los pueblos, introduciendo nuevos transgénicos y agrotóxicos con su consecuente riesgo para la salud, y prohibiendo el libre y milenario intercambio de semillas entre los campesinos.
- Plantea un período de prueba laboral de seis meses, pudiendo eliminar de esa forma las indemnizaciones por despidos, en una clara disminución de los derechos de los trabajadores.
- Limita el uso de Internet al proteger todo contenido con derechos de autor, penalizando a cualquiera que comparta información. También los datos personales se verán expuestos violando de esa forma el derecho a la privacidad.
- En cualquier conflicto, las cláusulas del TPP prevalecen por sobre la Constitución Nacional, pudiendo las empresas demandar mediante una corte internacional a los países que no cumplan con sus exigencias.
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