Greenpeace, la organización ecologista más famosa y, posiblemente, más poderosa del mundo se financia a través de las aportaciones voluntarias que realizan anualmente sus donantes. Según rezan sus estatutos, a fin de “mantener su total independencia, Greenpeace no acepta dinero procedente de empresas, gobiernos o partidos políticos. Nos tomamos esto muy en serio, y controlamos y devolvemos los cheques cuando provienen de una cuenta corporativa”.
Sin embargo, dicho lema no incluye los generosos donativos que habitualmente recibe de grandes fundaciones y organismos sin ánimo de lucro que, curiosamente, pertenecen a grandes familias y magnates vinculados al negocio del petróleo, la banca, los grandes medios de comunicación e, incluso, la automoción.
Y no estamos hablando de ningún empresario petrolero emprendedor. Sino que entre los responsables de estas ‘donaciones’ se encuentran: la familia Rockefeller (dueña de las mayores multinacionales petroleras del mundo), Marisla Fundation –perteneciente a LukOil- (la compañía petrolera más grande de Rusia), Turner Fundation (perteneciente a Ted Turner, uno de los grandes magnates de la comunicación en EEUU, dueño de conocidas cadenas de televisión como CNN, TNT y AOL Time Warner), y Charles Stewart Mott Foundation (anteriormente perteneciente a General Motors, tercer grupo industrial de mayor producción de automóviles de todo el mundo), entre otros.
Así pues, resulta ciertamente sospechoso que una de las organizaciones ecologistas más activas contra la emisión de CO2 a la atmósfera acepte suculentas sumas de dinero de algunos de los principales referentes del sector petrolífero y automovilístico a nivel mundial, (siendo éstos los sectores productivos más contaminantes del planeta). Sobre todo, si se tiene en cuenta que Greenpeace abandera grandes campañas acusando a los escépticos del cambio climático de recibir dinero del sector petrolífero o grandes compañías industriales.
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