Pero, sin embargo, no había libertad religiosa. La religión de los romanos era politeísta (adoraban un gran número de dioses). Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En cambio, quienes profesaran la religión cristiana eran perseguidos y su patrimonio era confiscado, entre otros abusos.
En el año 306 D.C., toma el poder el emperador Constantino, luego de la muerte de su padre, Constancio Cloro. Durante su reinado se introdujeron importantes cambios que afectaron a todos los ámbitos de la sociedad.
Reformó la corte, las leyes y la estructura del ejército. Constantino trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio a la que cambió el nombre por Constantinopla (Actual Estambul). Constantino, buscando paz religiosa que estabilizara el imperio, decidió legalizar la religión cristiana mediante el Edicto de Milán, en el año 313, estableciendo la libertad de religión.
Logrando con esto un fuerte aumento de su popularidad como emperador y viendo la creciente masa popular seguidora del cristianismo en aquella época, dispuso llevar a cabo una asamblea de autoridades religiosas con el fin de dictaminar las bases de los que sería la nueva Iglesia Católica. A esto se lo llamo el Concilio de Nicea, llevado a cabo en el año 325. En el año 380, el cristianismo se convirtió en la religión exclusiva del Imperio Romano por un decreto del emperador Teodosio, mediante el Edicto de Tesalónica, lo que tuvo trascendentales consecuencias.
Estos fueron los primeros de los muchos concilios y asambleas que llevaron en los siguientes 300 años a oficializar y proclamar, de un día para el otro, la existencia y divinidad de los pilares de iglesia cristiana. Tales como la divinidad de Jesús, la inmaculada concepción de María, la existencia del Espíritu Santo, la navidad, la pascua y la publicación del ‘nuevo testamento’ (eliminando los libros y pasajes que contradecían sus tradiciones), entre muchos otros.
Creando así una religión al antojo de quienes controlaban el poder, buscando mantener su popularidad convirtiendo muchos de los cultos paganos al cristianismo para poder atraer y convertir a la nueva religión a los ciudadanos del imperio de una manera más fácil.
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