Una plutocracia es una forma de gobierno que se desarrolla cuando las clases altas se encuentran a cargo de la dirección del Estado. El concepto deriva de Pluto, el dios de la riqueza de acuerdo a la mitología de la Antigua Grecia.
Lo que implica la plutocracia es que las personas que dominan los recursos materiales de un país también ostentan el poder político. Incluso es posible que, en el marco de una democracia representativa (en la cual las autoridades estatales son elegidas por el voto popular y representan a la población), las decisiones más importantes sean tomadas, en realidad, por quienes cuentan con el poder económico.
En este sentido, se puede decir que una democracia también puede funcionar como una plutocracia. Si los gobernantes elegidos por el pueblo responden a los intereses de los ricos, tomando medidas solicitadas o promovidas por éstos, se tratará de una plutocracia más allá del sistema de partidos políticos, las elecciones que se realicen, etc.
Existen varios caminos que pueden ser tomados por las clases altas para desarrollar una plutocracia aún en el marco de una democracia. La financiación de las campañas electorales y de los partidos políticos en general es uno de ellos: los políticos que acceden al poder deben rendir cuentas a quienes aportaron dinero para que eso suceda. Otra herramienta es el control de los medios de comunicación, capaces de ejercer una gran influencia social. La plutocracia, en definitiva, puede instalarse a partir del ejercicio indirecto del poder político concretado por las clases altas, quienes dominan la economía.
El concepto de ‘plutocracia’ sirve de manera notable para entender cómo funciona en realidad el mundo en el que vivimos, a nivel general. Se podría decir que es la punta del iceberg, donde debajo se encuentra un increíble sistema monopolizado por una reducida élite con un ‘plan’ en desarrollo.
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